Tuesday, June 16, 2009

Estimada sra. Nickson:


Me olvidé de mi Plan de Autoformación Literaria...¿era así? Ni siquiera recuerdo si ese era su nombre concretamente. No tengo la seguridad suficiente para decir que su libro - aparte de todos los que he leído anteriormente desde el despiste - haya justificado este olvido. Pero lo cierto es que su novela Así empezó todo me ha encantado. Y me hace gracia que sea Rosamunde Pilcher quien la alabe en la cubierta. Realmente son dos autoras muy relacionadas. Las dos escriben en ambiente actuales (cronológicamente hablando), de zonas de Inglaterra que nunca - hasta este libro - he llegado a situar correctamente, sobre ambientes de casas maravillosas, llenas de flores, con sonidos campestres, cocinas de ensueño y comidas que dan mucha hambre, libros que llenan sus páginas de teteras y tazas de té caliente y cargado - o café, según versiones -, pastas y bollos horneados (en este hay volovanes por encima de todo...no recuerdo eso en Pilcher...), lluvia tras los cristales, botas embarradas y perros que corretean detrás de conejos (¡viva! ¡Los perros para el campo! Perdón por el inciso personal), sagas familiares unidas o desunidas luchando por unirse...¿He dicho casas? ¿Sí? Pues casas y más casas, como centros de las novelas, con verjas, porches, terrazas, cocinas, lavaderos, dormitorios, salones, talleres...balaustradas, escaleras...
En fin, novelas para descansar, para recrearse y para soñar con la campiña inglesa.
Y encima de todo este ambiente la historia de este libro es realmente complicada y con sorpresas a cada paso. Tiene también sus puntos de humor.
Así que por supuesto, gracias.

P.D. a los ajenos: He señalado sólo una frase, aparte de los dos únicos poemas que aparecen en el libro:
Así que mandó un saludo silencioso y rápido a Dios y confió en que si pasaba por allí en busca de mensajes, tomase nota de los suyos.

Y los poemas, casualmente, Elizabeth Barrett Browning:
Sí, te respondí la pasada noche. No, señor, dije esta mañana. A la luz de las velas, los colores no son como a la luz del día.

Y de Yeats:
Pero yo, siendo pobre, solo tengo mis sueños; he extendido mis sueños a tus pies; pisa suavemente, porque estás pisando mis sueños.

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