Sunday, October 09, 2011

¡Hola de nuevo Albert!

Siento decirle que este libro suyo me ha gustado mucho menos que Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo. Lo siento yo, sí, pero imagino que usted no lo sentirá nada o al menos no tanto como yo. Lo he leído porque me lo han prestado pero tampoco esperaba gran cosa. Me encantan su título, eso sí, la tipografía de los capítulos, su cubierta... pero este texto... No he llegado a captar el mensaje. O no. Aunque lo capto, el mensaje es demasiado evidente. Esta claro que quiere decirnos algo pero queda como demasiado hueco (no de espacio sino de resonancia). Demasiadas ideas bonitas, de superación personal, de hallarse uno mismo, todas juntas, sin ton ni son, un estilo a manual de autoayuda novelado.

[Mi texto sí que está quedando complicado... No me estoy entendiendo ni yo misma... Ríase entonces usted conmigo de mi crítica.]

Hay muchas frases que me gustan, que quedan muy redondas. Pero por otro lado hay grandes rotondas (intentando seguir el símil) que me parece que sólo hacen marear al lector: "te tendría que contar algo pero ahora no, más tarde... Ahora te lo cuento... bueno no, ahora no, después... Ahora quiero contarte esto otro pero te lo contaré después de que te cuente lo anterior que lo dejé a medias pero lo completaré más adelante..." Debe haber un estilo, sí, que pretende romper con la narración lineal. Creo que no quiere empezar por el principio y acabar por el final. Pero conmigo lo único que ha conseguido es que no sepa si me ha contado todo lo que había dicho que pretendía. ¿Tengo que sentirme engañada? Dan ganas de decir: "vale, muy bien, pero esta te la apunto y luego paso lista para ver si has terminado de contar lo prometido". En fin, es curioso, su estilo, su forma, sus ideas (sus "perlas", sus estrellas, sus faros...) pero no queda todo bien hilado... SIEMPRE, SIEMPRE, A MI PARECER (a la hora de dar críticas negativas me entra mucho miedo).

Pese a todo tengo que darle las gracias Albert. Al final ha conseguido que lea dos de sus libros. Pero tendría que convencerme mucho para leer el siguiente.

Querida Nicole,

¡Me ha encantado! ¡Cómo es La historia del amor! ¡Es un libro maravilloso! Quiero agradecer a la editorial Salamandra que lo haya vuelto a editar en esta edición de aniversario, además de hacerlo con este color tan bonito para la cubierta, esta forma y estas ilustraciones. El libro es una delicia en su conjunto.

La historia es extraña, es curiosa, es intrigante, es adictiva. Te atrapa, te interroga, te sorprende, te hace reír...

Me encanta la forma de hablar de los personajes. Sus reflexiones con puntos. Sus acciones, sus aventuras, sus maneras de entender y hacer su propia vida. Su valentía.

Hay cosas que no he podido averiguar y no se si realmente Leo Gursky era quien yo creía, si estaba imaginando a sus amigos, si se estaba imaginando él mismo o si era otro.

Volvería a leerlo hoy mismo (y hace menos de un mes que lo terminé). Es un libro con mil rincones. Mil frases para detenerse y mirar. Hay mil historias dentro de otras historias. Hay mil sitios para perderse y enredarse, para averiguar quién era Alma o quiénes eran Alma.

MUCHAS GRACIAS NICOLE. ¡FELICIDADES!

Carta póstuma a la Sra. Christie:

Querida Agatha:

Hace mucho (sí, de nuevo) que acabé su libro Asesinato en el Orient Express. Es curioso (sí, también) que a mi edad (sí, a mi edad) no lo hubiera leído. Al menos yo me sorprendo... me sorprendo de mí misma, sí. Leí, en algún momento de mi vida, Diez negritos y todavía recuerdo lo mucho que me gustó. Este me ha enganchado, cómo no, pero llega un momento en que se hace un poco previsible y Poirot va dejando caer pistas para que tú también averigües el final. Eso sí, hay tal cantidad de personajes que no he llegado a distinguirlos a todos. Desde luego tampoco me pregunte en qué compartimento estaban.

Me ha llamado la atención que el detective no pretenda interrogar a ningún momento al médico y al jefe de la compañía, ni siquiera antes de saber que estaban exculpados todos los que no se encontraban en el vagón del asesinado. ¿Y él? Tampoco llega a interrogarse a él mismo. Ni siquiera intenta demostrar su inocencia. En el juego de la duda que corroe al lector también formará parte el que Poirot pueda ser el asesino, sobre todo si te plantas frente al libro sin ningún conocimiento previo.

Gracias Sra. Christie, por permitirnos sentarnos junto a Poirot y sus acompañantes y hacernos intervenir en las investigaciones, juzgando a todos y rebatiendo los argumentos que lanzan los sospechosos. Gracias por atarnos a sus libros.