Friday, November 28, 2008

Querido Federico:

Libro. Libro de adolescente. Libro de frases usadas. Libro que quiere engañarte presentándote un amor excesivamente idílico, con situaciones perfectas, con "sabores" (omito lo que pienso al respecto) perfectos, con - incluso - problemas perfectos. Y, pese a todo, libro que engancha: Libro fácil.

Es curioso, por supuesto querido Federico (enlacen pues a su página y a la que Planeta ha montado para él), que yo haya leído este libro. Claro, me dejé enganchar. Y podría haberlo abandonado, podría... pero, claro, me dejé enganchar. Y ha sido así porque este es un libro de autobús, de comidas en solitario, de esperas en sitios bulliciosos. Y, de nuevo claramente, no tendría por qué pedirle más... pero no, señores, SE EXIGE CALIDAD. A lo mejor es que yo no entraba dentro del radio de público al que va dirigido este libro. Quizás es que he leído un libro juvenil. No sé si otras personas que lean el libro se sentirán, como yo lo he hecho, un poco engañadas ante tamaña felicidad de vida, de chicas de 18 años con motos/coches/minicoches, dinero para caras esculturas y reservas en lugares romántico/chic's, visitas a balnearios/snowboard, que van con el bañador/bikini debajo a todas partes...perdona, pero si quieres hacer una historia real, hazla...y básate en la realidad. Luego está el toque (qué líbreme el cielo de decir de qué tipo) de describir los vehículos hasta la textura de las alfombrillas. Perdona si te llamo pero...¿podrías incorporar fotos de los modelos de coches en futuras ediciones? Estoy segura de que ayudaría a la imaginación porque, después de tanta descripción, no sé en qué coches van montadas Elena, Olly o Diletta. Aunque sí le felicito por la ambientación: el callejero y el hostelero...¡y por el musical! Aunque estoy segura que en italiano no pierde tanto y uno puede incluso recordar las melodías. Y las frases célebres, ya le digo, MUY MANIDAS, repetitivas, cansinas... parecen de corta y pega, escritas con un libro de las 100 mejores citas al lado.
¿He sido muy dura? No sé, no lo pretendía. Piense que lo he leído hasta el final (y he ojeado los agradecimientos) y que será porque en el fondo me ha gustado.
Ciao

Saturday, November 08, 2008

Carta póstuma al Sr. Charles Dickens:

Estimado Sr. Dickens:

Me hallo aún en la ardua tarea de leer la introducción a su obra que Cátedra coloca al principio y que a mí me gusta leer al final. ¿Qué podría decirle de mi lectura de Grandes Esperanzas? En primer lugar que me parece llevo siglos leyéndolo... a lo mejor hasta hay alguien que me ha echado de menos.Tanto que ya no recuerdo lo que era leer fuera de Dickens. Bien, he cumplido entonces mi objetivo: "algo de Dickens". En realidad la novela me ha gustado. Su narración en algunos momentos es plenamente actual pero será por los momentos en que no lo es por los que he tardado tanto en leerla. Es sarcástica, sí, como dice la edición y por eso sorprende. Refleja muy bien el mundo interior de alguien con dudas, con sentimientos contrarios, con remordimientos...todo lo que forma parte del diálogo interior de uno. Pero, como me ocurre a veces, hay momentos en los que me he perdido y que me he perdido, esto es que, sin saber si había algún mensaje, creo que me he dejado algo atrás.
Yo, desde luego, estoy del lado de Pip. Su destino o la sucesión de los acontecimientos le arrastra pero en el fondo él no es consciente de esto. Se ve manejado por personas y, al final, tanto soñar, acaba siendo aun más desgraciado. Y todo esto pese a que la novela tenga un final feliz. Te apiadas de él y piensas si es positivo que la fortuna ni te roce. Para todo hay que estar preparado: tanto para la mala como para la buena suerte. Él, aunque se olvidó de su familia, no se convirtió en un ser arrogante y despreciante (si es que esta palabra existe), además que la conciencia no se lo permitía. Y creo que es por eso por lo que me compadezco, porque estaba luchando por ser algo que él no era porque era lo que tenía que hacer, lo que el destino le había marcado.
Situaciones extrañas las hay y el entorno de la Señorita Havisham la que más. Y es curioso imaginar al escritor victoriano escribiéndola. Parece algo tan actual, por lo estrafalario, que podría estar escrito en una novela de hoy en día además de otro género.
Hay muchos personajes que no he llegado a comprender: el carácter de Estella, Orlick y Pumblechook, al que me he pasado la mayor parte del libro confundiendo con otro, o al menos dudando de si se refería a este o a algún otro personaje que apareciera en la cena inicial.
En fin y en todo, gracias Sr. Dickens desde mi pequeño acercamiento a su obra.

P. D. a los ajenos: Aquí dejo algunos párrafos que he ido señalando por su redacción o porque me traían a la memoria otras anécdotas.

Dios sabe que no debemos nunca avergonzarnos de nuestras lágrimas, pues son lluvia que cae sobre el polvo cegador de la tierra que endurece nuestros corazones. Me sentí mejor que antes de haber llorado, más triste, más consciente de mi ingratitud, más manos. De haber llorado antes tendría a Joe allí a mi lado.

Todos los estafadores del mundo no son nada en comparación con los que falsean consigo mismos; yo me engañaba a mí mismo con aquellas excusas. Sin duda era cosa curiosa: que inocentemente cogiera media corona falsa, de manufactura ajena, es comprensible; ¡pero aceptar a sabiendas las espúreas monedas de mi propia fabricación como buenas...! Cualquier desconocido amable, bajo pretexto de doblarme mejor los billetes de banco y en aras a la seguridad, puede sustraerme los billetes y darme a cambio cáscaras de nuez, pero ¿qué importancia tiene su trueque comparado con el mío si yo empaqueto mis propias cáscaras y me las hago pasar ante mí mismo por billetes?

Cuando me hube metido en la cama, cansado, apesadumbrado, y con los pies doloridos, descubrí que no podía cerrar los ojos más de lo que hubiera podido cerrar los de este loco Argos*. Y así, en la soledad y silencio de la noche, nos mirábamos el uno al otro.
*Personaje de la mitología griega que poseía cien ojos

Tuesday, November 04, 2008

Estimado sr. Julian Barnes:

Me ha hecho mucha gracia leer su libro El perfeccionista en la cocina. Nunca hubiera imaginado un libro así...pero claro, es que mi imaginación, en muchos aspectos, da para poco.
Creo que su punto de vista respecto a la cocina es diferente al mío, aunque sea sólo en algunos puntos. Yo cocino con preocupación ecológica-económica. Nunca se me ocurriría tener todo el día - es decir, 24 h. - a fuego medio o a 65 º una pieza de venado, ardilla, avestruz o tigre sin peligro de extinción. Además, ¿qué son esas carnes? ¿Dónde se compran? Realmente usted es un cocinero experimentado y no tengo por qué compararme. Creo que he comprendido su mirada a la cocina y su afición. Me ha encantado lo del "la mujer para la que" porque cada uno tenemos "alguien/es para quien/es" o pretendemos o soñamos o imaginamos tenerlo. Me gusta su definición de la cocina:
Cocinar es la transformación de una incertidumbre (la receta)
en una certeza (el plato) por medio del ajetreo.
Además de esa referencia que usted recoge, de R. L. Stevenson:
Cada libro es, en un sentido íntimo, una carta circular a los amigos de quien lo escribe.
Reírme con un libro, otra sensación. Un libro ligero, para leer en el autobús, al sol en otoño, descansando después de comer...pero en mí, no ha despertado el afán de cocinar...y menos de ser perfeccionista.
Por último, no se avergüence de su cajón de cachivaches. En mi casa existía en la cocina "el cajón del desorden" en el que había de todo, menos objetos de cocina. Aún recuerdo algunos de los objetos que allí había, considerados por mí como tesoros olvidados que de pronto aparecían y traían viejos recuerdos. ¿Qué fue de ellos...?
P. D. a los ajenos: falta por publicar la entrada del libro que he leído anterior a este, por cierto, publicado con ilustraciones en Anagrama, de Dickens, que ya tengo preparado pero que las maravillas de la tecnología no me ha permitido colgar.