Tuesday, November 04, 2008

Estimado sr. Julian Barnes:

Me ha hecho mucha gracia leer su libro El perfeccionista en la cocina. Nunca hubiera imaginado un libro así...pero claro, es que mi imaginación, en muchos aspectos, da para poco.
Creo que su punto de vista respecto a la cocina es diferente al mío, aunque sea sólo en algunos puntos. Yo cocino con preocupación ecológica-económica. Nunca se me ocurriría tener todo el día - es decir, 24 h. - a fuego medio o a 65 º una pieza de venado, ardilla, avestruz o tigre sin peligro de extinción. Además, ¿qué son esas carnes? ¿Dónde se compran? Realmente usted es un cocinero experimentado y no tengo por qué compararme. Creo que he comprendido su mirada a la cocina y su afición. Me ha encantado lo del "la mujer para la que" porque cada uno tenemos "alguien/es para quien/es" o pretendemos o soñamos o imaginamos tenerlo. Me gusta su definición de la cocina:
Cocinar es la transformación de una incertidumbre (la receta)
en una certeza (el plato) por medio del ajetreo.
Además de esa referencia que usted recoge, de R. L. Stevenson:
Cada libro es, en un sentido íntimo, una carta circular a los amigos de quien lo escribe.
Reírme con un libro, otra sensación. Un libro ligero, para leer en el autobús, al sol en otoño, descansando después de comer...pero en mí, no ha despertado el afán de cocinar...y menos de ser perfeccionista.
Por último, no se avergüence de su cajón de cachivaches. En mi casa existía en la cocina "el cajón del desorden" en el que había de todo, menos objetos de cocina. Aún recuerdo algunos de los objetos que allí había, considerados por mí como tesoros olvidados que de pronto aparecían y traían viejos recuerdos. ¿Qué fue de ellos...?
P. D. a los ajenos: falta por publicar la entrada del libro que he leído anterior a este, por cierto, publicado con ilustraciones en Anagrama, de Dickens, que ya tengo preparado pero que las maravillas de la tecnología no me ha permitido colgar.

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