Sunday, August 31, 2008

Estimado Sr. Irving:

Lo malo de ver las adaptaciones cinematográficas antes de leer las fuentes de origen escritas suele ser que esperamos que ambas se asemejen por un supuesto de fidelidad en lo que guionista/director nos cuentan de la producción del autor. Y se producirá el eterno duelo entre personas que prefieren el libro o la película y la teoría sobre qué leer/ver antes y si esto influye en lo siguiente. Me gusta mucho la película Las normas de la casa de la sidra y por eso creo que me ha decepcionado que su novela Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra se parezca tan poco...¡o más bien al revés! La película utiliza algunos personajes y se basa en tres o cuatro anécdotas, núcleos centrales o no de la historia, aunque, eso sí, no inventa nada gracias a Dios. En fin, me imagino que era de esperar que no se produjera una adaptación fidelísima y al pie de la letra de 624 páginas (en la edición que he leído de Fábula – Tusquets, con sólo 2 ó 3 erratas, apreciables eso sí...pero al menos íntegra (en la Biblioteca se habían perdido las primeras 25 páginas de su único ejemplar)).
¿Si se hace demasiado cansino el tema del aborto? Creo que no. En el libro hay en el fondo un debate abierto aunque, en el fondo, no tan encarnizado. No sé si es así para que cada uno se sume al que mejor le parezca, se esconda detrás del Dr. Larch o de Homer...no sé, yo me he mantenido al margen...es una novela. Aunque no sé si he hecho mal y la vida es de los que escogen. Realmente no sé detrás de qué espalda estaría si tuviera que practicar abortos...
Faltan descripciones y a la vez sobran. Faltan, de personajes. Sobran, de instrumental, de maquinaria, de huertos y manzanos...aunque no todas, claro está.
Me ha parecido muy interesante la voz de la lectura llena de grandes lecciones: el Dr. Larch hablando de “Aquí en St. Cloud's” o “En otras partes del mundo” o el modo de pensar y razonar de Homer, en el fondo tan esquemático, la idea del beduino, el amor y los términos en que se expresa, entre el obstreta y su discípulo...
Tengo algunas frases célebres:

“La adolescencia”, escribió Wilbur Larch, “¿se presenta cuando por primera vez en la vida descubrimos que tenemos algo terrible que ocultar a los que nos aman?”

Pero Homer Wells, desde la ventana del Wally, no podía saber que los besos del Dr. Larch andaban sueltos por el mundo, buscándole.

Y una frase resumen para los que me conocen:
Pero a la gente de Maine no le gustan los teléfonos, un invento grosero; especialmente en el caso de noticias importantes, un teléfono suele cogerte con la guardia baja.

Gracias Mister Irving.

P. D. Acabo de saber – ignorante de mí – que es usted el autor del guión de la citada película. ¿Debo retractarme? ¿He dicho algo inadecuado? Espero que no

P. D. a los ajenos: He encontrado una entrada de un blog de alguien al que le gusta mucho este autor. Lo reseño aquí.

Saturday, August 02, 2008

Querido Sr. (Ed.) Paul Auster:

Acabo de terminar de leer el libro de historias recopiladas por usted Creía que mi padre era Dios y tengo que decirle que me ha encantado.
No soy para nada amiga de los relatos cortos. Prefiero las largas historias donde da tiempo a conocer a los personajes y al desarrollo de acontecimientos, pero... su libro ha sido una excepción.

Le doy también las gracias a todas las personas que se molestaron en escribir sus historias. Me parece una idea grandiosa y todas las historias tienen un gran valor y están contadas con toda el alma, aunque sean pequeñas anécdotas. Creo que ninguna desentona, ni las más cortas ni las más largas. Te llegan como si te las contara un amigo, junto a un café, en una tarde de anécdotas.

Las únicas que me han gustado menos han sido las del último capítulo, las de Meditaciones, y si tuve una historia preferida la olvidé, porque la siguiente se convirtió en la más preferida. Como he tardado mucho tiempo en leerlo, apenas recuerdo la última historia, pero sé que algunas me han impresionado mucho y otras me han hecho llorar. Resulta gracioso que en algunas historias no sabemos si escribe un hombre o una mujer hasta casi el final o en la firma, porque muchas veces eso no importa. Me ha gustado mucho conocer una parte de estos 180 estadounidenses que viven en un país tan grande, tan dispar de punta a punta en todos sus aspectos.

Gracias por el esfuerzo que le supuso recogerlas, aceptar la petición del programa y la sugerencia de su mujer del modo en que debía realizarse.