Sunday, September 29, 2013

Estimada Sra. Navarro,

hace mucho tiempo que no me dirijo a un escritor vivo. Concretamente desde noviembre del año pasado. Casualidades de la vida.
Hoy le escribo de mala manera, insertando algunas líneas entre otras ya redactadas hace semanas cuando terminé su libro Dime quién soy. Digo "terminé" (acabé, agoté, finiquité) y digo bien porque este libro que tengo ante mí, que abro y cierro para que los recuerdos salgan de sus páginas y atraparlos mientras le escribo, me ha parecido un... ¿Cómo decirlo sin ofenderla? Umm... Un auténtico desastre. Y me quedo corta (y me corto).
Parto de la base -y usted lo verá bien- de mi desconocimiento literario. Sólo cuento con mi opinión crítica, con mi gusto particular. Su libro fue un "biblium interruptus", un corta rollos que aprovechó la ocasión de mi desenganche temporal con Veinte mil leguas de viaje submarino. Lo cogí con ganas y sin ganas a la vez. "Con", porque me habían hablado maravillas de él; "con", porque me prometieron sufrimiento con final feliz del tipo de El jinete de bronce; "con", porque fue un préstamo y siempre me hace ilusión que alguien deposite en mí su confianza pensando que soy capaz de devolverle un libro sano y salvo (pese al kilo de arena añadida), además de suponer un reto y una alegría interior porque alguien ha creído que ese libro podría gustarme.
Pero "sin", como le digo, porque su libro venía a entrometerse en la cola de todos los que tengo pendientes. 
¿Qué me ha desagradado sobremanera? Fundamentalmente tres cosas: 
- La primera, el tono repetitivo de la propia estructura de la novela. ¿No se dio usted cuenta de que nos íbamos a aburrir hasta el exceso? Las Garayoas le dicen a Guillermo con quien debe entrevistarse. Éste va (viajando de punta a punta), se presenta, supera las reticencias, les comenta en qué punto de la investigación se encuentra, escucha un relato en primera persona del presente de indicativo (demasiado literal para ser un recuerdo), se queda sorprendido, mendiga más información, se la niegan y... vuelta a empezar. Guillermo y sus entrevistas como eje conductor de la historia y de la novela no me han gustado nada. 
- Lo segundo, Amelia y su "etéreidad", su candidez, su inocencia, su valor, su resistencia, su don de lenguas... alguien tan perfecto que no es creíble. Incluso molesta. Ha querido usted agrupar en una sola persona todos los sufrimientos posibles de buena parte del siglo XX. Demasiado.
- Y la tercera, su afán por construir un coro de personajes para todos los gustos políticos, ideológicos y culturales. Esta tendencia, que veo cada vez más en novelas actuales de su tipo, quiere representar personajes con pensamientos políticos contrarios en una misma familia (¡pero cuidado, nunca extremismos!) que conviven juntos sin el mayor problema. Me parece que usted ha hecho lo que algunos escritores dicen pretender: presentar un abanico de personajes para que cada cual escoja el que más le guste. Elijo todas las teorías. Para mi no hay buenos ni malos... y, en el fondo, no me mojo (en ningún charco).
Es una pena pensar que he perdido un poco el tiempo con su libro. 
Siento el tono de mi misiva pero pese a todo, y como siempre, le doy las gracias.

Querido Jack-Jack-Jack...

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