Sunday, September 16, 2012

Carta póstuma al Sr. Zweig:

Y si alguien pronunciara mi nombre ante ti, no le darías ninguna importancia, no te diría nada. ¿Por qué no tendría que estar contenta de morirme si para ti ya estoy muerta? ¿Por qué no habría de irme si tú ya te has ido?

Tengo la impresión de haberlo visto antes. Sus libros aparecen y desaparecen de mi vista y no se si ya los he leído porque, de tanto verlos, me resultan tremendamente familiares. Llevo cargando un tiempo con la versión electrónica de Carta de una desconocida pero he tenido que esperar a encontrarme con el papel (más alguna recomendación imperiosa) para leerlo.
Las páginas de su libro huelen a pesimismo, tristeza, desolación. El viaje de la mujer, anulada por ese amor, desde las noches en el suelo de su recibidor hasta las otras en la calle bajo su ventana, está tan lleno de sentimiento que solo provoca vacío. Ella no lo culpa pero su carta está llena de acusaciones. Stefan, mujer, la única culpable eres tu aunque tu no seas responsable. El amor te ha impuesto una carga que ni tu, ni el hombre, podíais soportar. Cupido se ha pasado de flechas y te ha dejado como un muñeco de paja en una justa medieval. La desproporción es tal que en el hombre, como si fuera de metal macizo, las flechas han rebotado y no han dejado ni una abolladura. Me siento Sr. Zweig, totalmente en sintonía con esta mujer que ha vivido a la sombra, que escribe cartas sincerándose a un desconocido. Ella murió y no le queda tiempo para arrepentirse. 
Quieres gritarle: ¡Tonta! ¡Olvídate, olvídalo! ¡vive la vida, vive tu vida! ¿Qué vida fronteriza es esa que ni vives tu vida ni la del otro? Ahora, mientras le escribo, suelto el teclado y miro hacia delante, pierdo la vista,  agradezco cosas a la Naturaleza desde un estado pacífico, no de júbilo incontrolado. Me siento respirar y deseo que esto dure siempre. Ilusiones vanas. Alguien te hará daño, tu mismo te defraudarás cada día, sentirás el peso del mundo... al final solo quedarás tu. Y más vale que estés preparado para ello, sin esperar en el suelo, bajo ninguna ventana, soportando la lluvia en la calle. 
Sr. Zweig... gracias.

No comments: