Para mis queridos abuelos, que han sobrevivido a la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa, la guerra civil rusa, la Segunda Guerra Mundial, el sitio de Leningrado y la evacuación, la hambruna y las purgas, a Lenin y Stalin, y en el ocaso dorado de sus vidas, a veinte veranos sin aire acondicionado en Nueva York. Que Dios os bendiga.
[Dedicatoria de El jinete de bronce]
Paullina:
Después de una semana (sí, para mí sólo una semana, eso sí, a pleno rendimiento) en Rusia, pasando hambre y frío (mucho frío) y soportando también el calor agobiante del verano, el celo y la pasión de dos amantes (aguantando la envidia y resignada), el miedo por el futuro y por el presente, viviendo la muerte... creo que me será más fácil comunicarme con usted de esta manera:
¿Qué me ha gustado de El jinete de bronce?
- ALEXANDR. ¿Por qué? Cumple (o cumpliría) 24 años al final de la novela. Para mí es un niño aunque aquí es un adulto... ¿exagerado? Yo creo que sí. Se entiende por todas las experiencias que ha tenido que vivir y la consecuente toma de decisiones. Pero, insisto (yo misma), ¿por qué me gusta? Porque está VIVO. Y no “vivo” porque le lata el corazón y la sangre le corra por las venas, vivo porque tiene y expresa sentimientos (que él siente y que otros sienten), vivo porque se alegra, sufre y ambas cosas las hace al máximo, vivo porque decide sobre su vida, cuando puede, y reflexiona sobre los caminos que la vida le hace tomar...
Me gusta Alenxadr porque es un hombre que sabe ser “cotidiano”. En el libro no sólo hay momentos de amor (bastante explícitos por cierto y que se nota han sido escritos por una mujer) sino momentos de vida. Alexandr hace un banco, corta una mesa que sirva para el fuego, lava los platos, come y pide comida con ganas, defiende a Tatiana, la acompaña a por sus raciones, atraviesa un campo de batalla para buscarla en Lazarevo... Y no todo son cosas heroicas. La mayoría de ellas prosaicas. Eso es lo que más me ha gustado. Da la impresión que Alexandr sea un hombre con el que se pueda hablar de todo. No sólo ha visto a Tatiana con su vestido blanco de flores rojas sino que la ha visto envuelta en un abrigo negro el doble de grande que ella, enferma y desnutrida o bajo los cascotes de una estación derruida.
En este libro hay pocos puntos suspensivos (esos que tanto me gustan). Se dice más de lo que se pretende que se intuya o, al menos, se dice mucho. Aun así, también hay espacio para la imaginación y sobretodo creo que se transmiten muy bien los sentimientos.
Además, que la historia sea tan larga permite que se vea evolucionar a los personajes, que sepas de dónde vienen, lo que han vivido y adonde quieren ir. Sus recuerdos son también tuyos. Cuando Tatiana y Alexandr se acuerdan del momento en que se vieron por primera vez, yo también he podido recrear ese hecho como un momento de la historia vivida. Y ahora me acuerdo yo de la primera vez que él la toca:
Él continuaba sujetándola. Su mano, que tenía el tamaño de un país pequeño, quizá Polonia, le rodeaba todo el brazo. Tatiana se irguió, con un leve temblor, y él la soltó, dejando un tibio espacio vacío donde había estado su mano.
... de cuando le regala los libros y ella no sabe que hacer con el papel que los envuelve:
- Pero lo has envuelto tan bien... ¿Por qué tengo que tirarlo?
- No es más que papel.
- Si es sólo papel, ¿por qué lo has envuelto?
Cuando celebran el cumpleaños de Tatiana...
Alexandr tenía una risa muy bonita. Una risa sincera, profunda, masculina, que nacía en su pecho y se contagiaba para acabar en el suyo.
... y Tatiana intenta averiguar...
... quería preguntarle si alguna vez lo llamaban de otra manera que no fuera Alexandr. Era una pregunta poco apropiada y no la formuló. Caminar al atardecer por un paseo a la orilla del río tendría que bastarle. No podía preguntar cuál era el apodo cariñoso que a Alexandr le gustaba escuchar.
Y más tarde lo averigua:
- Si quieres, tú puedes llamarme Shura.
«¡Shura! Qué apodo tan cariñoso. Me encantaría llamarte Shura»
- ¿Quién te llama Shura?
- Nadie – contestó Alexandr, mientras le dedicaba un gesto de despedida.
Y volviendo al momento en que se ven por primera vez... me parece fantástico... ¿cómo no han hecho una película de su libro? El escenario espacio-temporal es genial. La despreocupada Tatiana lamiendo un helado el día de la declaración de la guerra, ignorante de las consecuencias y de su propio futuro. Alexandr que la ve, desde el otro lado de la calle y es capaz de conectar con ella, de ver en todo el conjunto el valor de esa persona en sí y para él. Que es capaz de pararse, de VERLA y de seguirla.
[Me olvidé de los guiones, pero aquí vuelvo]
- Me ha gustado que la historia se acabe y tenga un final aunque también sepa que hay una continuación y en el libro se pueda intuir. Pero El jinete de bronce es un libro con un punto de partida y un punto final (o seguido).
¿Qué no me ha gustado de El jinete de bronce?
- El ascenso militar imparable de Alexandr me ha parecido exagerado. Creo que si me hubiera fijado, al menos hubiera aprendido algo sobre graduación militar.
- No sé por qué pero el final de la historia no me ha cautivado tanto como el principio. Hay un punto de inflexión en Lazarevo, cuando Alexandr llega y la descubre nadando en la abundancia, vestida de verano y nadando en el río. Las dudas sobre porqué o por quién él estaba allí eran lógicas pero me ha parecido que se alargaban demasiado. La salida de Rusia sí es de thriller y los momentos en los que ella descubre la forma de vida occidental son excepción. Me estoy acordando ahora de cuando ve por primera vez una lavadora. Estos momentos sólo se mencionan, sí, pero con el bagaje a la espalda que tenía como lectora de la vida de Tatiana, creo que los he podido sentir como los sintió ella.
Fuera de toda pregunta me quedarían un par de cosas por decirle. El libro me ha parecido duro. Edulcorado con una historia de amor, pero duro. Aunque me ha hecho interesarme por la historia rusa de esos momentos y preguntarme por los que no aparecen, no hubiera leído nada sobre el asedio de Leningrado en otras circunstancias. Creo que ha contado o recreado la historia bastante bien. Las etapas de la guerra en la población civil. Sin orden: el entusiasmo y el arrojo, el miedo y el terror, la ingenuidad y la ignorancia, la violencia y el odio, el deseo de venganza, el “sálvese quién pueda”, el egoísmo y la cobardía, la desesperación, el embrutecimiento y la deshumanización, la valentía y la heroicidad... Si pudiéramos ver en imágenes y sentir en nuestra piel lo que los estuvieron allí vieron, sintieron y vivieron, seguramente sería mucho más duro de lo que usted nos cuenta. Pero aun así, me parece bastante aproximado.
Al igual que cuando leí Ensayo sobre la ceguera, pienso en estos momentos de pánico y caos y tengo miedo. Tatiana y su familia, como todos los rusos de ese momento, vivían en la estrechez y la lucha formaba parte de sus vidas. Para no pensar “en colectivo”, me pregunto, ¿yo estaría preparada?...
He reflexionado mucho sobre este tema mientras leía y todavía me ronda por la cabeza.
El otro tema que quería comentarle (o sobre el que reflexionar en voz alta) es la red de mentiras que tejen Alexandr y Tatiana. Si esto ocurriera (que ocurre) en la vida real, ¿no sería más fácil cortar de raíz y aclarar la verdad desde el primer momento aunque alguien sufriera que esperar hasta el punto en el que las mentiras te llevaran a hacer cosas que no quieres?
Paullina, delante de mí tengo dos jinetes de bronce... podría tener un tercero, porque hay uno en la ciudad donde vivo, aunque no represente a Pedro el Grande... pero ahora sólo tengo dos: el suyo y el de Pushkin. Aunque quiero comenzar a leer este último, no sé si voy a ser capaz de captar todo el significado de este poema... Emocionada, le quiero dar las gracias por haber escrito este libro y por haberme introducido en otro. Por ahora no quiero leer los dos volúmenes que continúan al Jinete porque me he visto demasiado absorbida por él y yo, que no soy como Tatiana, aunque llevo toda mi vida respirando, necesito seguir haciéndolo.
A very big hug.
P. D. a los ajenos: Llegué a este libro por una referencia en un comentario a una entrada publicada en un blog. El libro, como veréis los que estáis buscándolo, no parece estar por los canales habituales de venta: agotado en librerías y no presente en librerías de viejo... al menos de un primer vistazo. Yo he leído la edición de Grijalbo de 2001 pero creo que también lo editó Círculo de Lectores.
Os dejo unas últimas palabras...
- Por favor, no te mueras – le suplicó –. No creo que pueda enterrarte. Ya he enterrado a todos los demás.
- ¿Cómo puedo morir cuando tú has vertido tu sangre inmortal en mis venas? - preguntó el comandante con voz entrecortada.
[Dedicatoria de El jinete de bronce]
Paullina:
Después de una semana (sí, para mí sólo una semana, eso sí, a pleno rendimiento) en Rusia, pasando hambre y frío (mucho frío) y soportando también el calor agobiante del verano, el celo y la pasión de dos amantes (aguantando la envidia y resignada), el miedo por el futuro y por el presente, viviendo la muerte... creo que me será más fácil comunicarme con usted de esta manera:
¿Qué me ha gustado de El jinete de bronce?
- ALEXANDR. ¿Por qué? Cumple (o cumpliría) 24 años al final de la novela. Para mí es un niño aunque aquí es un adulto... ¿exagerado? Yo creo que sí. Se entiende por todas las experiencias que ha tenido que vivir y la consecuente toma de decisiones. Pero, insisto (yo misma), ¿por qué me gusta? Porque está VIVO. Y no “vivo” porque le lata el corazón y la sangre le corra por las venas, vivo porque tiene y expresa sentimientos (que él siente y que otros sienten), vivo porque se alegra, sufre y ambas cosas las hace al máximo, vivo porque decide sobre su vida, cuando puede, y reflexiona sobre los caminos que la vida le hace tomar...
Me gusta Alenxadr porque es un hombre que sabe ser “cotidiano”. En el libro no sólo hay momentos de amor (bastante explícitos por cierto y que se nota han sido escritos por una mujer) sino momentos de vida. Alexandr hace un banco, corta una mesa que sirva para el fuego, lava los platos, come y pide comida con ganas, defiende a Tatiana, la acompaña a por sus raciones, atraviesa un campo de batalla para buscarla en Lazarevo... Y no todo son cosas heroicas. La mayoría de ellas prosaicas. Eso es lo que más me ha gustado. Da la impresión que Alexandr sea un hombre con el que se pueda hablar de todo. No sólo ha visto a Tatiana con su vestido blanco de flores rojas sino que la ha visto envuelta en un abrigo negro el doble de grande que ella, enferma y desnutrida o bajo los cascotes de una estación derruida.
En este libro hay pocos puntos suspensivos (esos que tanto me gustan). Se dice más de lo que se pretende que se intuya o, al menos, se dice mucho. Aun así, también hay espacio para la imaginación y sobretodo creo que se transmiten muy bien los sentimientos.
Además, que la historia sea tan larga permite que se vea evolucionar a los personajes, que sepas de dónde vienen, lo que han vivido y adonde quieren ir. Sus recuerdos son también tuyos. Cuando Tatiana y Alexandr se acuerdan del momento en que se vieron por primera vez, yo también he podido recrear ese hecho como un momento de la historia vivida. Y ahora me acuerdo yo de la primera vez que él la toca:
Él continuaba sujetándola. Su mano, que tenía el tamaño de un país pequeño, quizá Polonia, le rodeaba todo el brazo. Tatiana se irguió, con un leve temblor, y él la soltó, dejando un tibio espacio vacío donde había estado su mano.
... de cuando le regala los libros y ella no sabe que hacer con el papel que los envuelve:
- Pero lo has envuelto tan bien... ¿Por qué tengo que tirarlo?
- No es más que papel.
- Si es sólo papel, ¿por qué lo has envuelto?
Cuando celebran el cumpleaños de Tatiana...
Alexandr tenía una risa muy bonita. Una risa sincera, profunda, masculina, que nacía en su pecho y se contagiaba para acabar en el suyo.
... y Tatiana intenta averiguar...
... quería preguntarle si alguna vez lo llamaban de otra manera que no fuera Alexandr. Era una pregunta poco apropiada y no la formuló. Caminar al atardecer por un paseo a la orilla del río tendría que bastarle. No podía preguntar cuál era el apodo cariñoso que a Alexandr le gustaba escuchar.
Y más tarde lo averigua:
- Si quieres, tú puedes llamarme Shura.
«¡Shura! Qué apodo tan cariñoso. Me encantaría llamarte Shura»
- ¿Quién te llama Shura?
- Nadie – contestó Alexandr, mientras le dedicaba un gesto de despedida.
Y volviendo al momento en que se ven por primera vez... me parece fantástico... ¿cómo no han hecho una película de su libro? El escenario espacio-temporal es genial. La despreocupada Tatiana lamiendo un helado el día de la declaración de la guerra, ignorante de las consecuencias y de su propio futuro. Alexandr que la ve, desde el otro lado de la calle y es capaz de conectar con ella, de ver en todo el conjunto el valor de esa persona en sí y para él. Que es capaz de pararse, de VERLA y de seguirla.
[Me olvidé de los guiones, pero aquí vuelvo]
- Me ha gustado que la historia se acabe y tenga un final aunque también sepa que hay una continuación y en el libro se pueda intuir. Pero El jinete de bronce es un libro con un punto de partida y un punto final (o seguido).
¿Qué no me ha gustado de El jinete de bronce?
- El ascenso militar imparable de Alexandr me ha parecido exagerado. Creo que si me hubiera fijado, al menos hubiera aprendido algo sobre graduación militar.
- No sé por qué pero el final de la historia no me ha cautivado tanto como el principio. Hay un punto de inflexión en Lazarevo, cuando Alexandr llega y la descubre nadando en la abundancia, vestida de verano y nadando en el río. Las dudas sobre porqué o por quién él estaba allí eran lógicas pero me ha parecido que se alargaban demasiado. La salida de Rusia sí es de thriller y los momentos en los que ella descubre la forma de vida occidental son excepción. Me estoy acordando ahora de cuando ve por primera vez una lavadora. Estos momentos sólo se mencionan, sí, pero con el bagaje a la espalda que tenía como lectora de la vida de Tatiana, creo que los he podido sentir como los sintió ella.
Fuera de toda pregunta me quedarían un par de cosas por decirle. El libro me ha parecido duro. Edulcorado con una historia de amor, pero duro. Aunque me ha hecho interesarme por la historia rusa de esos momentos y preguntarme por los que no aparecen, no hubiera leído nada sobre el asedio de Leningrado en otras circunstancias. Creo que ha contado o recreado la historia bastante bien. Las etapas de la guerra en la población civil. Sin orden: el entusiasmo y el arrojo, el miedo y el terror, la ingenuidad y la ignorancia, la violencia y el odio, el deseo de venganza, el “sálvese quién pueda”, el egoísmo y la cobardía, la desesperación, el embrutecimiento y la deshumanización, la valentía y la heroicidad... Si pudiéramos ver en imágenes y sentir en nuestra piel lo que los estuvieron allí vieron, sintieron y vivieron, seguramente sería mucho más duro de lo que usted nos cuenta. Pero aun así, me parece bastante aproximado.
Al igual que cuando leí Ensayo sobre la ceguera, pienso en estos momentos de pánico y caos y tengo miedo. Tatiana y su familia, como todos los rusos de ese momento, vivían en la estrechez y la lucha formaba parte de sus vidas. Para no pensar “en colectivo”, me pregunto, ¿yo estaría preparada?...
He reflexionado mucho sobre este tema mientras leía y todavía me ronda por la cabeza.
El otro tema que quería comentarle (o sobre el que reflexionar en voz alta) es la red de mentiras que tejen Alexandr y Tatiana. Si esto ocurriera (que ocurre) en la vida real, ¿no sería más fácil cortar de raíz y aclarar la verdad desde el primer momento aunque alguien sufriera que esperar hasta el punto en el que las mentiras te llevaran a hacer cosas que no quieres?
Paullina, delante de mí tengo dos jinetes de bronce... podría tener un tercero, porque hay uno en la ciudad donde vivo, aunque no represente a Pedro el Grande... pero ahora sólo tengo dos: el suyo y el de Pushkin. Aunque quiero comenzar a leer este último, no sé si voy a ser capaz de captar todo el significado de este poema... Emocionada, le quiero dar las gracias por haber escrito este libro y por haberme introducido en otro. Por ahora no quiero leer los dos volúmenes que continúan al Jinete porque me he visto demasiado absorbida por él y yo, que no soy como Tatiana, aunque llevo toda mi vida respirando, necesito seguir haciéndolo.
A very big hug.
P. D. a los ajenos: Llegué a este libro por una referencia en un comentario a una entrada publicada en un blog. El libro, como veréis los que estáis buscándolo, no parece estar por los canales habituales de venta: agotado en librerías y no presente en librerías de viejo... al menos de un primer vistazo. Yo he leído la edición de Grijalbo de 2001 pero creo que también lo editó Círculo de Lectores.
Os dejo unas últimas palabras...
- Por favor, no te mueras – le suplicó –. No creo que pueda enterrarte. Ya he enterrado a todos los demás.
- ¿Cómo puedo morir cuando tú has vertido tu sangre inmortal en mis venas? - preguntó el comandante con voz entrecortada.
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