Querido Señor,
Acabo de releer el prólogo que usted escribió a la primera edición de su obra y el otro de 1996 que incluye la edición que he leído (de El País). Me han dado los datos que había olvidado sobre cómo y en qué circunstancias escribió esta historia, Espartaco. Hace años (creo) que no leía una novela histórica, o por lo menos basada en personajes y hechos reales, no tan alejados de lo que ocurrió... aunque eso, ¿quién lo sabe? He buscado en la Espasa* (cosa que tampoco había hecho hace años) lo que había escrito sobre Espartaco. Según dice, provenía de sangre noble pero fue reducido a esclavo por haber desertado del ejército romano donde servía como soldado. Son más las semejanzas que las diferencias entre la figura real y la que usted plasma en su novela.
Me encanta la forma en que todas las historias y los personajes se interrelacionan, espiritual y corporalmente, en los caminos, las ciudades, en las villas y ante la mesa, reflejando muy bien (al menos como imagino) la sociedad romana de esa época.
Y de nuevo me asombro – como me pasó hace meses cuando leí El hereje – de la crueldad humana para el martirio y el castigo. También incluye la Espasa la mención a las 6000 cruces que sembraron la Vía Apia entre Roma y Capua. Cuántas veces en la Historia nos habremos escandalizado ante estos hechos pero... ¿cuántas veces se han vuelto a repetir? ¿Cuántas veces volverán a repetirse? En cuanto no quede hombre que lo recuerde, en cuanto los hechos se desvirtúen y banalicen lo suficiente y exista cualquier “motivo superior” que los justifiquen. Y ocurrió de nuevo con los esclavos americanos (que son de ida y vuelta), los campos de concentración, la explotación en el Tercer Mundo...
Algo dice la Espasa también (perdóneme que la cite tanto, pero me entró la curiosidad de contrastar sus datos) sobre cómo Espartaco no podía controlar a sus hombres, dispuestos a la venganza. Presuponemos los motivos puros en Espartaco, sí, puros, como dice Varinia (la Espasa no la nombra en esta entrada), como él era puro. ¿Hay alguien así hoy en día? ¿Existe alguien con tal rectitud? ¿Alguien capaz de ofrecer su vida por un derecho de todos? Creo que estas son virtudes perdidas en el mundo de hoy en día, al menos en el que me muevo, imposibles de conseguir por la velocidad de la vida que sólo te deja pensar en ti mismo y en dónde agarrarte para no marearte.
Otras dos cosas me han llamado la atención: por un lado, el uso de expresiones y palabras sacadas de la época, como si el narrador de la historia se situara en la nuestra. En esos momentos la narración no parece instantánea sino que parece puesta en manos del escritor, es decir, de usted; y por otro, las referencias – al menos a mí me lo parecen – al ideal de la sociedad comunista que no distingue entre amos y esclavos y en el que todo es de todos.
Gracias Sr. Fast. Creo que sí consiguió algo grande contando esta historia.
P. D. a los ajenos: Este libro fue un regalo de 1€ que agradezco como si hubiera sido de 10.000€.
Acabo de releer el prólogo que usted escribió a la primera edición de su obra y el otro de 1996 que incluye la edición que he leído (de El País). Me han dado los datos que había olvidado sobre cómo y en qué circunstancias escribió esta historia, Espartaco. Hace años (creo) que no leía una novela histórica, o por lo menos basada en personajes y hechos reales, no tan alejados de lo que ocurrió... aunque eso, ¿quién lo sabe? He buscado en la Espasa* (cosa que tampoco había hecho hace años) lo que había escrito sobre Espartaco. Según dice, provenía de sangre noble pero fue reducido a esclavo por haber desertado del ejército romano donde servía como soldado. Son más las semejanzas que las diferencias entre la figura real y la que usted plasma en su novela.
Me encanta la forma en que todas las historias y los personajes se interrelacionan, espiritual y corporalmente, en los caminos, las ciudades, en las villas y ante la mesa, reflejando muy bien (al menos como imagino) la sociedad romana de esa época.
Y de nuevo me asombro – como me pasó hace meses cuando leí El hereje – de la crueldad humana para el martirio y el castigo. También incluye la Espasa la mención a las 6000 cruces que sembraron la Vía Apia entre Roma y Capua. Cuántas veces en la Historia nos habremos escandalizado ante estos hechos pero... ¿cuántas veces se han vuelto a repetir? ¿Cuántas veces volverán a repetirse? En cuanto no quede hombre que lo recuerde, en cuanto los hechos se desvirtúen y banalicen lo suficiente y exista cualquier “motivo superior” que los justifiquen. Y ocurrió de nuevo con los esclavos americanos (que son de ida y vuelta), los campos de concentración, la explotación en el Tercer Mundo...
Algo dice la Espasa también (perdóneme que la cite tanto, pero me entró la curiosidad de contrastar sus datos) sobre cómo Espartaco no podía controlar a sus hombres, dispuestos a la venganza. Presuponemos los motivos puros en Espartaco, sí, puros, como dice Varinia (la Espasa no la nombra en esta entrada), como él era puro. ¿Hay alguien así hoy en día? ¿Existe alguien con tal rectitud? ¿Alguien capaz de ofrecer su vida por un derecho de todos? Creo que estas son virtudes perdidas en el mundo de hoy en día, al menos en el que me muevo, imposibles de conseguir por la velocidad de la vida que sólo te deja pensar en ti mismo y en dónde agarrarte para no marearte.
Otras dos cosas me han llamado la atención: por un lado, el uso de expresiones y palabras sacadas de la época, como si el narrador de la historia se situara en la nuestra. En esos momentos la narración no parece instantánea sino que parece puesta en manos del escritor, es decir, de usted; y por otro, las referencias – al menos a mí me lo parecen – al ideal de la sociedad comunista que no distingue entre amos y esclavos y en el que todo es de todos.
Gracias Sr. Fast. Creo que sí consiguió algo grande contando esta historia.
P. D. a los ajenos: Este libro fue un regalo de 1€ que agradezco como si hubiera sido de 10.000€.
*Por cierto que la redacción de la Espasa ya suena a desfasada: “Espartaco, dotado de gran inteligencia y de una fuerza hercúlea, fué bien pronto el núcleo contra el cual convergieron todos los espíritus decididos á morir por la libertad, redimiendo á todos sus compañeros, los esclavos y quizá á la misma Italia oprimida por Roma, antes que perder la vida sirviendo de espectáculo á los caprichos brutales y voluptuosos de los romanos”. La referencia bibliográfica que contiene la cita de Espartaco en esta Enciclopedia corresponde a Giovagnoli, Spartaco (Milán, 1882)
Sólo algunos textos...
Varinia, cuando era una niña, había observado qué ocurría a los hombres y a las mujeres de su tribu cuando se amaban mutuamente. Se le llamaba el triunfo sobre el temor; hasta los demonios y los espíritus de los grandes bosques en que vivían los suyos sabía que aquellos que amaban eran invulnerables al temor, lo que podía verse en los ojos de los que amaban y en la manera como caminaban y en el modo en que entrelazaban sus dedos.
... Graco recordaba muy bien aquel momento, pues fue entonces cuando Espartaco cobró vida surgiendo de la nada para remecer el mundo entero. Otros hombres tienen raíces, un pasado, un comienzo, un lugar, una tierra, un país..., pero Espartaco no tenía nada de eso. Había nacido de los labios del soldado que sobrevivió y cuya supervivencia había sido determinada por Espartaco con el fin, con el propósito, de que regresara al Senado a decir que era un hombre de tales o cuales características. No era un coloso, ni un salvaje, ni un ser terrible, sino simplemente un esclavo; pero había algo en él que el soldado vio y que debía ser contado.
Una vez, mucho tiempo después de esto, un esclavo romano fue crucificado (...), fue perdonado por el propio emperador, y consiguió vivir. Escribió un relato de lo que había sentido en la cruz, y lo más extraordinario de este relato es lo que decía de la cuestión del tiempo. “En la cruz – contaba – hay solamente dos cosas: dolor y eternidad. Me han dicho que estuve en la cruz solamente veinticuatro horas, pero yo permanecí en la cruz más tiempo que el transcurrido desde que existe el mundo. Si el tiempo no existe, entonces cada instante es igual a siempre”
Por cierto, ¿quién no ha visto a Kirk Douglas en el Espartaco de Kubrik?
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