Estimado Sr. London,
Le escribo mirando de reojo al mar, escenario muy distinto de su libro Colmillo Blanco. Qué impresión Sr. London me ha causado su novela. Cómo me ha hecho adentrarme en la psicología animal o al menos en la "posible" psique animal. Me he trasladado, de verdad, a las vastas extensiones heladas de Canadá, de las Tierras Vírgenes, del Yukon, del río Mackenzie... espacios todos que he intentado situar en el mapa.
¿Lo mejor? La evolución de Colmillo Blanco, el momento en el que es nombrado, la dependencia de su madre, cuando la madre lo olvida, la lucha de su padre por conseguir el tesoro que era su madre, el descubrimiento de cosas inexplicables y la comprensión de estas gracias al legado ancestral de generaciones anteriores de su misma especie...
Hay dos cosas que me han hecho reflexionar después de mis conversaciones sobre su libro con otros animales-hombres (¿para mí también dioses?) durante estas últimas semanas. En primer lugar que usted, como hombre, escribió sobre la mente de un lobo, de un animal de otra especie, por lo tanto, escribió sobre imaginaciones suyas o más bien, sobre lo que usted pensaba que un lobo podría "pensar". Parece una grandísima tontería pero he necesitado que alguien expresara esta idea en voz alta para darme cuenta de esta realidad. En su novela parece que leemos la mente a los lobos que allí aparecen.
La segunda cosa proviene sobre unas recientes charlas sobre la educación y la formación del carácter de las personas. Parecido a "qué era antes, el huevo o la gallina" nos planteábamos como un individuo llega a ser lo que es fruto de la educación recibida y del papel que ha protagonizado en su desarrollo en el mundo. Me hacía, a la vez, pensar en Colmillo Blanco, y en cómo son las circunstancias las que van forjando su carácter tanto a nivel de aprendizaje a través de las experiencias vitales como del entorno y de los agentes externos - los otros (Castor Gris, Guapo Smith, Weedon Scott) - que moldean en él unos u otros sentimientos, habilidades... ¿Hay esperanzas entonces? ¿Puede un hombre forjarse a sí mismo ajeno a todo lo que le rodea? ¿Puede no dejarse influir? ¿Colmillo Blanco, como animal solitario, habría desarrollado un carácter totalmente distinto, no sólo por el entorno salvaje sino por la no-influencia de otros seres? No puedo releer esto sin marearme. Su obra, condensada en una edición de bolsillo de Alianza Editorial de 286 páginas, me ha parecido inmensa.
Agradezco no haber visto ninguna versión cinematográfica de su obra antes de leerla. Tampoco leí este libro en mi adolescencia y he comprobado que muchos otros tampoco hoy, en su madurez, lo han leído.
Gracias Sr. London. Llevo a Colmillo Blanco dentro de mí.
4 comments:
Holaquétal?
Sé que te debo algo... Mientras tarda, tomaré prestado tu post.
Creo que no llegué a contarte lo mucho que me gustó.
A mi comentarista favorito con nombre de seis letras y extraños caracteres: He aprendido de ti que es bueno responder a los comentarios dejados en los blogs. Ergo, ego respondeo: Gracias.
Aspiro a seguir siéndolo, lo de favorito. Incluso cuando este blog crezca para convertirse en una referencia mucho más plural.
De forma oblicua supongo que eso significará que la generación Kindle ha vencido, llenando este país de miles de lectores ávidos de encontrar cartas en una botella. Mensajes, como los tuyos, lanzados al océano de google en busca de obtener una respuesta. Una señal. Un milagro, en forma de palabras, procedente de escritores inmortales.
¿Sabías que hoy es el último fin de semana del verano?
Otoño es mi estación favorita. Me gustan los atardeceres otoñales repletos de lecturas.
Por el verano que se va, por el otoño que llega, por las borracheras en pubs de compatriotas tuyos, y por los libros de los que hablas y sus autores.
Un brindis por todo ello...
Y otra canción para ti. De un amigo común, inmigrante irlandés:
http://www.youtube.com/watch?v=nAB4vOkL6cE
Muá!
Alzo mi copa contigo.
Y añado a lo tuyo: por los nuevos que vinieron, las puertas entreabiertas que se cerraron, las hojas del otoño que caerán a nuestros pies y las canciones de Springsteen que inundarán nuestros días.
Alzo mi copa... o mi jarra... aunque no esté muy llena...
Te doy 2 letras más: E y R. ¡¡Estoy cerca!!
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