Yuri, Yuri... cómo suena! Me encanta oírlo. Imaginando a los viejos amigos, en el último pasaje narrado de la novela, cómo contemplan la ciudad nocturna a lo lejos, en las manos el cuaderno de los escritos de Yuri.
El doctor Zhivago es una novela perfecta, llena de belleza, grande, en la que las pequeñas historias se entrelazan a veces de forma casual y extraordinaria.
Y pensar que su obra se me resistía pues tuve que devolverla a la Biblioteca en una ocasión pues el ejemplar tenía por lo menos un pliego en blanco y luego, otras veces, comencé a leerla pero no sería el momento.
Los pensamientos, la poesía y todo el desarrollo serán -seguro- mejores en el idioma original. Lo que más me ha costado a este respecto es orientarme con los nombres de los personajes, como me ha pasado con otros autores rusos inacabados.
He sufrido durante la lectura con el sufrimiento de Yuri, de Lara, de Tonia (qué grandes nombres), con esas vidas tan plenas de personas que saben ver el valor del otro pese a sus errores, que saben ver la grandeza del espíritu del hombre. He encontrado similitudes entre esos tiempos de cambios y los nuestros. Ojalá supiera yo afrontarlos tan bien como ellos.
¡Hay tantos pasajes que he señalado y que es imposible recordar! Espero que esta sensación me acompañe en el corazón durante mucho tiempo.
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