Querido Miguel:
¿Me deja dirigirme a usted así? ¡Qué cambio! ¡Cómo he notado que con El hereje estaba leyendo literatura con mayúsculas! Hace años me lo habían recomendado como una novela que "había que leer"... ¡y por fin lo he hecho! Además le doy toda la razón a esa persona que lo dijo. La excusa ha sido un reciente plan de viaje a Valladolid, su ciudad, donde se desarrolla además la novela. El viaje se convirtió en un simple paso y no he podido entonces comprobar si las descripciones del urbanismo de mediados del siglo XVI tienen algo que ver con las actuales.
El libro no es novela histórica: es historia pura. Son tantos los detalles que en ningún momento he dudado de la fidelidad con el original que es la época misma.
La novela narra una historia - tacho “fundamentalmente” pero no querría - religiosa. Toda la vida de Cipriano está contada en torno a este fenómeno. Él lo explica muy bien ante la Inquisición: la creencia le encontró. ¿Ocurre esto hoy? ¿Puede haber una decisión tan grande, sincera, firme y en conciencia ante Dios? Si existe… que me lo presenten. Valientes debían ser y seguros en sus creencias debían de estar en esa época las personas que decidían seguir una doctrina que podía ser castigada con la muerte. Desde luego que entonces no se tomaban las cosas a la ligera.
Por otro lado no puedo creer que la injusticia y la muerte puedan haber sido durante tanto tiempo un espectáculo. Intento encontrar un paralelismo hoy. Imagino que se podía considerar al hereje como un criminal que mataba a los otros a través de la conciencia y por eso podía ser reo de muerte… pero por muchas otras razones sigue siendo incomprensible.
La figura de Lutero – con la que Cipriano guarda ciertos paralelismos – me ha llamado siempre la atención: un hombre preso de sus escrúpulos, angustiado (NO LIBRE) y disgustado con la situación de la Iglesia en su momento. Hombres como estos (Cipriano y demás) que pensaban que por encima de su pequeñez, podían escribir y cambiar la Historia con sus acciones.
Durante el tiempo que he estado leyendo su libro y ahora al acabar, he tenido ocasión de hablar mucho y sincero sobre religión en veladas de playa.
¿Me deja dirigirme a usted así? ¡Qué cambio! ¡Cómo he notado que con El hereje estaba leyendo literatura con mayúsculas! Hace años me lo habían recomendado como una novela que "había que leer"... ¡y por fin lo he hecho! Además le doy toda la razón a esa persona que lo dijo. La excusa ha sido un reciente plan de viaje a Valladolid, su ciudad, donde se desarrolla además la novela. El viaje se convirtió en un simple paso y no he podido entonces comprobar si las descripciones del urbanismo de mediados del siglo XVI tienen algo que ver con las actuales.
El libro no es novela histórica: es historia pura. Son tantos los detalles que en ningún momento he dudado de la fidelidad con el original que es la época misma.
La novela narra una historia - tacho “fundamentalmente” pero no querría - religiosa. Toda la vida de Cipriano está contada en torno a este fenómeno. Él lo explica muy bien ante la Inquisición: la creencia le encontró. ¿Ocurre esto hoy? ¿Puede haber una decisión tan grande, sincera, firme y en conciencia ante Dios? Si existe… que me lo presenten. Valientes debían ser y seguros en sus creencias debían de estar en esa época las personas que decidían seguir una doctrina que podía ser castigada con la muerte. Desde luego que entonces no se tomaban las cosas a la ligera.
Por otro lado no puedo creer que la injusticia y la muerte puedan haber sido durante tanto tiempo un espectáculo. Intento encontrar un paralelismo hoy. Imagino que se podía considerar al hereje como un criminal que mataba a los otros a través de la conciencia y por eso podía ser reo de muerte… pero por muchas otras razones sigue siendo incomprensible.
La figura de Lutero – con la que Cipriano guarda ciertos paralelismos – me ha llamado siempre la atención: un hombre preso de sus escrúpulos, angustiado (NO LIBRE) y disgustado con la situación de la Iglesia en su momento. Hombres como estos (Cipriano y demás) que pensaban que por encima de su pequeñez, podían escribir y cambiar la Historia con sus acciones.
Durante el tiempo que he estado leyendo su libro y ahora al acabar, he tenido ocasión de hablar mucho y sincero sobre religión en veladas de playa.
Por esto y por todo, le doy las gracias. D. E. P.
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