Al leer su novela me he preguntado varias cosas. La más básica de todas es por qué en nuestras escuelas no leeremos un poco más de literatura extranjera o universal. Nos reímos del chovinismo de algunos países, pero luego somos todos iguales a la hora de la educación, por ejemplo.
Este es un libro que todos los niños deberían leer en esa etapa, y más hoy en día, y sirviera de base para una reflexión de lo que somos - porque está en nuestra naturaleza - y de lo que podemos llegar a ser si no usamos un poco la inteligencia.
La prosa de este libro no es fácil de leer. Pero es curiosa la sensación que te dejan las frases abiertas, como si recogieran sólo lo más significativo del diálogo. Además, en ocasiones parece que falta algo, un punto o una coma, que lo hace todo un poco más incomprensible.
Imposible, por último, imaginarse los espacios, las orientaciones y los volúmenes, lo que hace un poco difícil la comprensión general de escenarios que se describen con frecuencia: reuniones, campamentos, cuevas y refugios. Y creo que esto, desde que aparecen los niños hasta...el final.
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