Me hallo aún en la ardua tarea de leer la introducción a su obra que Cátedra coloca al principio y que a mí me gusta leer al final. ¿Qué podría decirle de mi lectura de Grandes Esperanzas? En primer lugar que me parece llevo siglos leyéndolo... a lo mejor hasta hay alguien que me ha echado de menos.Tanto que ya no recuerdo lo que era leer fuera de Dickens. Bien, he cumplido entonces mi objetivo: "algo de Dickens". En realidad la novela me ha gustado. Su narración en algunos momentos es plenamente actual pero será por los momentos en que no lo es por los que he tardado tanto en leerla. Es sarcástica, sí, como dice la edición y por eso sorprende. Refleja muy bien el mundo interior de alguien con dudas, con sentimientos contrarios, con remordimientos...todo lo que forma parte del diálogo interior de uno. Pero, como me ocurre a veces, hay momentos en los que me he perdido y que me he perdido, esto es que, sin saber si había algún mensaje, creo que me he dejado algo atrás.
Yo, desde luego, estoy del lado de Pip. Su destino o la sucesión de los acontecimientos le arrastra pero en el fondo él no es consciente de esto. Se ve manejado por personas y, al final, tanto soñar, acaba siendo aun más desgraciado. Y todo esto pese a que la novela tenga un final feliz. Te apiadas de él y piensas si es positivo que la fortuna ni te roce. Para todo hay que estar preparado: tanto para la mala como para la buena suerte. Él, aunque se olvidó de su familia, no se convirtió en un ser arrogante y despreciante (si es que esta palabra existe), además que la conciencia no se lo permitía. Y creo que es por eso por lo que me compadezco, porque estaba luchando por ser algo que él no era porque era lo que tenía que hacer, lo que el destino le había marcado.
Situaciones extrañas las hay y el entorno de la Señorita Havisham la que más. Y es curioso imaginar al escritor victoriano escribiéndola. Parece algo tan actual, por lo estrafalario, que podría estar escrito en una novela de hoy en día además de otro género.
Hay muchos personajes que no he llegado a comprender: el carácter de Estella, Orlick y Pumblechook, al que me he pasado la mayor parte del libro confundiendo con otro, o al menos dudando de si se refería a este o a algún otro personaje que apareciera en la cena inicial.
En fin y en todo, gracias Sr. Dickens desde mi pequeño acercamiento a su obra.
P. D. a los ajenos: Aquí dejo algunos párrafos que he ido señalando por su redacción o porque me traían a la memoria otras anécdotas.
Dios sabe que no debemos nunca avergonzarnos de nuestras lágrimas, pues son lluvia que cae sobre el polvo cegador de la tierra que endurece nuestros corazones. Me sentí mejor que antes de haber llorado, más triste, más consciente de mi ingratitud, más manos. De haber llorado antes tendría a Joe allí a mi lado.
Todos los estafadores del mundo no son nada en comparación con los que falsean consigo mismos; yo me engañaba a mí mismo con aquellas excusas. Sin duda era cosa curiosa: que inocentemente cogiera media corona falsa, de manufactura ajena, es comprensible; ¡pero aceptar a sabiendas las espúreas monedas de mi propia fabricación como buenas...! Cualquier desconocido amable, bajo pretexto de doblarme mejor los billetes de banco y en aras a la seguridad, puede sustraerme los billetes y darme a cambio cáscaras de nuez, pero ¿qué importancia tiene su trueque comparado con el mío si yo empaqueto mis propias cáscaras y me las hago pasar ante mí mismo por billetes?
Cuando me hube metido en la cama, cansado, apesadumbrado, y con los pies doloridos, descubrí que no podía cerrar los ojos más de lo que hubiera podido cerrar los de este loco Argos*. Y así, en la soledad y silencio de la noche, nos mirábamos el uno al otro.
*Personaje de la mitología griega que poseía cien ojos
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